El objetivo principal de una empresa es vender, puede ser un bien
tangible o intangible, y se logra a través distintos medios. Hay una
figura muy importante que es el comercial, pero no el clásico
vendedor que salía con una cartera bajo el brazo y mucha labia, ese
perfil hoy está caduco.
El perfil del comercial actual no se rige sólo por la actividad,
sino por sus aptitudes: ser un profesional con experiencia,
con buena cartera de clientes, que transmita confianza y cercanía,
con empatía, y por supuesto conocimiento del producto que va a
vender. A ello hay que sumarle la implicación de la empresa en
aportarle todas las herramientas y recursos necesarios para
alcanzar los objetivos que le determinen.
El comercial profesional debe tener claro que lo que va a
ofrecerle a su cliente, puede hacerlo otro, hay mucha
competencia, y es su pericia y conocimiento de sus necesidades, y su
anticipación, lo que le acercará con éxito a lograr su
objetivo de venta.
Esta atención constante es necesaria tanto para los clientes
nuevos, como para los consolidados, no se puede bajar la
guardia, los pequeños detalles siempre han sido importantes.
Las tiendas actuales, que son atendidas por profesionales
comerciales son afortunadas, porque la buena orientación que les van
a ofrecer, les va a ahorrar de muchos errores.
Así que al igual que defiendo el buen hacer del pequeño
comercio, que invierte, se reinventa, también valoro la ingente
labor del agente comercial profesionalizado.
La improvisación que en otros tiempos ha podido valer,
hoy ya no sirve, la competencia lo impide, y no nos podemos
dormir, si queremos estar en este sector.
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